Uno de los retos profesionales y personales, que me he propuesto a mi misma ya desde hace tiempo, es trabajar para poder compartir y llevar al máximo posible de personas, la importancia que tiene en nuestras vidas, la educación emocional. Creo firmemente en ello, y es un compromiso y una filosofía de vida para mi.
Somos muchos los y las profesionales, que desde el respeto por el trabajo que cada uno hacemos, trabajan duro, con ilusión, empeño y esperanza, para que comprendamos, que lo que necesitamos es entendernos, respetarnos, y crecer con nuestras habilidades y nuestras limitaciones,. Lo que debemos es aprender a vivir en nuestras emociones.
Muy pocas veces me he encontrado con algún adulto que haya cuestionado esta idea. Pero siempre hay alguien que se dice: «a mi hijo no le pasa nada y no necesita esas clases de educación emocional».
Cada madre y cada padre ejerce la libertad de ofrecer a sus hijos la mejor oportunidad para su desarrollo como persona, y aunque no comprendo esta manera de actuar recojo estas opiniones y las escucho desde el respeto.
Si crees que a tu hijo o hija, «no le pasa nada» y piensas que el apoyo de la educación emocional no le va a resultar útil para su crecimiento como una persona más respetuosa, responsable y libre, excelente. Eres afortunado….
Pero si le «pasa», no te apures, no eres un mal padre o una mala madre…
la vida tiene muchas situaciones difíciles. Demasiadas como para estar juzgándote, preguntándote si eres un buen padre o una buena madre. Evaluando si lo has hecho todo el tiempo bien, o si en algún momento algo se te escapó…
Basta ya de creer que porque nuestros niños «son normales», como si el resto no lo fueran… no necesitan aprender a conocerse, a respetarse, a saber mirarse y mirar al otro y la otra desde el respeto.
Basta de creer, que como no me ha dado ningún problema, «no necesita de nada de esto que son las emociones. Yo he crecido sin saberlo y mírame aquí estoy….arreglandomi vida como puedo»
En mi humilde opinión, nuestra sociedad está llena de adultos que crecieron sin conocerse. De niños y niñas que como no les pasa nada, no necesitaron ni necesitan conocerse.
Eso si, luego resolvemos los problemas, como buenamente podemos. Violencia de género, acoso escolar, intolerancia hacia lo diferente tdo parte del mejor conocimiento de nuestras emociones y de cómo estas nos ayudan a comprendernos y comprender a respetarnos y respetar, a querernos y querer…
Por eso, desde este otro lado, seguimos trabajando por lo que creemos. Por esas emociones que en apariencia para algunos no sirven para mucho. Seguimos trabajando para educar desde el corazón y la mente. Por acompañar respetando. Y mirando la vida como merece ser vista.
Con la emoción del corazón.
Creo en una vida que es emocionante. Que tiene respeto. Escucha, empatía. Que tiene situaciones complejas, que se pueden atender y resolver. Y salir muy bien de ellas.
No creáis que es un sueño o una visión que se me ha revelado, no.
Es la realidad que yo misma, vivo y con la que trabajo cada día en LaCasadeB . Y seguiré trabajando cada día en cada sesión con cada grupo, con adultos y menores porque así sea.
GRACIAS a todos los que me acompañáis, con respeto y confianza.
GRACIAS a todas y todos los que miráis la vida de la misma manera.
GRACIAS por querer ver una vida emocionante.
LaCasadeB. Beatriz Alonso.